Friday, December 17, 2004

La culpa católica

"Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa..." es el pedazo de alguna oración en la que la gente hace un ademán como de golpes de pecho durante las misas católicas (bueno, las pocas a las que he ido). Anoche discutíamos, cómo es que las personas criadas en un ambiente católico tienden a sentir más culpa que las criadas en un ambiente diferente. Y aunque si bien mi familia no es la más católica, el ambiente en un país donde el catolicismo fue la religión oficial hasta hace diez años creo que tiende a tener ciertas características católicas. Yo nunca había pensado en eso hasta ayer. Y pensándolo bien creo que la culpa si es parte de mi pensamiento, de alguna forma u otra.

Por ejemplo, ahora que venía en el bus una señora que estaba sentada en frente mío estaba a punto de perder un arete. Estaba hablando muy entretenida con otra señora. Y yo pensaba: le digo o no le digo... por un lado lo correcto era decirle para que no perdiera el arete, pero por el otro no quería que pensara que la estaba mirando o qué se yo (pura timidez supongo). Cuando llegamos a mi parada, al fin me paré y le dije... y claro, me dio las gracias y ya.

Lo curioso fue el proceso que siguió mi cerebro para decidirme a decirle: me acordé como en el aeropuerto de Atlanta hace un año había un señor haciendo la fila de inmigración, en algún momento intercambiamos sonrisas (la típica mirada de "esta fila está muy larga"), el caso fue que me di cuenta que él había llenado la ficha que no era: a mí me tocaba la blanca por tercer mundista, y a él la verde por europeo... me dí cuenta que él tenía un pasaporte europeo pero una ficha blanca. Lo correcto hubiera sido decirle... pero pues no quería que pensara que le estaba haciendo conversa (por aquello del intercambio de sonrisas) o nada por el estilo. No le dije nada, y cuando llegó a la ventanilla lo hicieron devolver... y la fila estaba inmensa. Todavía me siento culpable. Ese día también perdí una de mis plumas... y decidí que fue el castigo por no haberle dicho lo de la ficha al señor. En suma, decidí que si no le decía a la señora sobre su arete (así no hubiera podido saber si lo perdía o no) me iba a sentir culpable... y que además algo malo me iba a pasar a mí.

Siempre había pensado que ese podía ser el raciocinio de cualquiera, pero luego de esa conversación sobre la culpa, creo que puede tener algo que ver con el ambiente católico que se respira en Colombia; al fin y al cabo la culpa y el castigo son dos de las características sobresalientes de esa doctrina.
Y bueno parece que por más rebelde que he tratado de ser con la religión católica y similares, igual me alcanzó!

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